lunes, 10 de septiembre de 2007

Nuevamente la partidocracia se impone

Los intereses de la nación nuevamente son moneda de cambio.

La llamada reforma del Estado, a la cual los legisladores se han empeñado en cubrirla con un manto patriótico trascendental, como si de ella dependiera la misma existencia nacional, en la última semana ha mostrado su verdadero rostro: es una reforma para que todo siga igual.

¡Y tan solo tenemos a la vista dos temas! el electoral y el hacendario. Suficientes para demostrar el verdadero trasfondo de la política nacional y los intereses de los partidos políticos.

La verdadera línea de acción, en vez de ser el bien nacional, es el oportunismo para que tal o cual medida se refleje en las urnas a favor de los partidos políticos.

Texto completo en: Soto Cesaretti: Nuevamente la partidocracia se impone

martes, 3 de julio de 2007

Vicepresidencia

En seis extractos por separado, se presenta Sistema de suplencia presidencial elaborado en diciembre de 2005, vísperas del año electoral de 2006, para reflexionar sobre una pregunta que con la efervecencia política de la época se antojaba como platillo mayor para una reforma electoral: ...si faltara el presidente de la República ¿quién lo sustituiría?

Ahora, actualizada con una séptima parte con motivo de los trabajos de la Reforma del Estado propuesta para 2007, se incluye una propuesta de reformas constitucional, con su respectiva ley reglamentaria.

Vicepresidencia I, II, III, IV, V, VI y VII.
Propuesta de Reforma Constitucional y Ley de Suplencia Presidencial

Esperamos sus comentarios.

lunes, 11 de junio de 2007

Excélsior

A punto de ser nonagenario, El Periódico de la Vida Nacional renace de entre sus cenizas para escribir una nueva historia en la prensa mexicana, bajo la dirección de su nuevo propietario Olegario Vázquez Raña, exitoso empresario que ingresó en los medios de comunicación a través de Grupo Imagen.


El nacimiento

El 18 de marzo de 1917, justo cuando el país se preparaba para la plena entrada en vigor de la nueva Constitución recién promulgada en Querétaro, Rafael Alducín publica en la Ciudad de México por primera vez el periódico Excélsior y funda la casa editorial como sociedad anónima, para administrarlo, de la cual se convierte en su presidente y director general.

En poco tiempo, el periódico obtiene un número considerable de lectores, cuando la mayoría de los diarios que lo precedieron salían de circulación en la última etapa de la Revolución Mexicana y en los primeros años de la posrevolución. Más aún, Rafael Alducín emitirá dos publicaciones más con el sello de la casa editorial. La primera será Revista de revistas, adquirida a su fundador, Luis Manuel Rojas, la cual había visto la luz publica desde 1910; y la segunda será Los Jueves de Excélsior, de nuevo cuño. De igual forma, en 1936 comienza a publicarse la edición vespertina del diario bajo el nombre de Últimas Noticias de Excélsior, quedaba cuenta de las noticias de la guerra civil española.

Sin embargo, un conflicto laboral surge en la casa editorial durante la presidencia de Lázaro Cárdenas y se resuelve en 1938 con la creación de la Sociedad Cooperativa Excélsior Compañía Editorial, S.C. de R.L., bajo la dirección de Rodrigo de Llano. Será simbólico que ese mismo año, exactamente cuando Excélsior cumplía 21 años, se anunciaba la expropiación petrolera.

Posteriormente, en 1939, surge de la rotativa la segunda edición de Últimas Noticias de Excélsior, con lo que el diario alcanzaba tres ediciones al día (una matutina y dos vespertinas). Las condiciones para los años venideros estaban dadas.


La época de oro

En 1963 el señor Manuel Becerra Acosta se convierte en el director del periódico, así como presidente de la cooperativa, y comienza una época progresista en Excélsior que lo hará despuntar en la prensa nacional e internacional. En 1968, en el mismo año que el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz sofoca las marchas y movilizaciones de estudiantes con una matanza en Tlatelolco el 2 de octubre, Julio Scherer García se convierte en el nuevo director y en torno suyo se conglomerarán grandes intelectuales y periodistas de la época que llenarán las páginas del diario. Entre otros escribirán las plumas de Octavio Paz, Carlos Monsivais, Vicente Leñero, Miguel Ángel Granados Chapa, José Emilio Pacheco, Heberto Castillo, Joge Ibargüengoitia y Manuel Becerra Acosta hijo (quien fungiría como subdirector del diario), entre muchos otros.

No solo en México se luchaba contra el autoritarismo, también otras naciones hispanoamericanas sufrían una avalancha de gobiernos de este talante y de dictaduras sangrientas. En pocos años el esfuerzo editorial de Excélsior lo colocó como uno de los 10 diarios más prestigiosos del mundo y el más influyente de habla hispana en todo el continente, con un tiraje de alrededor de los 100 mil ejemplares diarios, ganándose por ello el mote de “La Monde de América Latina”.


Los años negros

La libertad de expresión que ejercía Excélsior, inevitablemente incomodó al régimen del presidente Luis Echeverría, así que su gobierno comenzó a maniobrar en contra. Primero, muchos empresarios dejaron de publicitarse en las páginas del diario para evitarse represalias de la autoridad, descendiendo drásticamente los ingresos; luego, aprovechando un divorcio entre la cúpula del diario con el resto de los miembros de la cooperativa, se creó una fracción contraria a la administración del diario. El desenlace fue en la asamblea general de la cooperativa del 8 de julio de 1976 cuando a gritos e insultos fue removido Julio Scherer García de la dirección bajo el argumento de malos manejos económicos.

Las cosas no quedaron allí: un nutrido grupo de editorialistas, columnistas, reporteros, trabajadores e incluso cooperativistas, salieron del periódico antes de que terminara aquél, llevándose tras de sí el prestigio obtenido. De la diáspora de Excélsior surgirían otros medios impresos que lucharían por la libertad de expresión con gran éxito: la revista Procesos (de Julio Scherer García en 1976), el diario Unomasuno (de Manuel Barcena Acosta hijo en 1977) y Vuelta (de Octavio Paz). Años después, un grupo de periodistas saldría de Unomásuno para integrar La Jornada (de Carlos Payán Volver en 1984).

Al frente de la presidencia y dirección general del Consejo de Administración de la cooperativa quedó Regino Díaz Redondo, dirigente del movimiento en contra de Julio Scherer García. Se estableció entonces un periodismo dependiente de las inserciones gubernamentales que mantenían la editorial y, por ende, sin libertad de expresión. Mientras las administraciones fueron abundantes, como la de José López Portillo, a la cooperativa le fue bien. Incluso comenzó la construcción de su nueva sede en La esquina de la información de Paseo de la Reforma y Bucareli. Pero cuando se iniciaron las crisis económicas del país en 1982, a la cooperativa le comenzó a ir mal, al grado de cancelar la construcción de los pisos superiores de su sede.


La crisis del diario

Las crisis económicas al termino de cada sexenio presidencial, el despertar de la sociedad civil tras los sismos de 1985, la coyuntura política surgida por la crisis electoral de 1988, el surgimiento del E.Z.L.N. en Chiapas en 1994, el surgimiento de nuevos diarios capitalinos, pero sobre todo, el desprestigio cada vez mayor de Excélsior, ahuyentaron a los lectores, desplomaran las ventas y aumento la dependencia de la cooperativa de las inserciones del gobierno.

Pero es a partir de 1995, con la presidencia de Ernesto Zedillo, en que las inserciones también comienzan a descender, la nueva crisis económica comienza a hacer estragos en la maltrecha administración de la casa editorial y se suprimen diversas ediciones, secciones, servicios informáticos y prestaciones laborales. Finalmente, se dejan de pagar las cuotas de seguridad social al IMSS, INFONAVIT y SAR, los impuestos, los servicios públicos de agua y electricidad, y lo que es peor, a las agencias internacionales de prensa y las facturas de papel y tinta. Coincidentemente el gobierno priísta comienza a llegar a su fin.

Para que Excélsior se siga publicando necesita entonces de dinero y Regino Díaz Redondo, comienza a gestionar la venta disfrazada de una inyección de capital. Y justo cuando el país se prepara para la toma de protesta de Vicente Fox como el primer presidente no priísta recientemente electo, durante la asamblea general de la cooperativa del 20 de octubre de 2000 es destituido Regino Díaz Redondo, acusado de malos manejos, enriquecimiento por desviación de recursos y de querer vender acciones de la cooperativa a espaldas de sus agremiados. El tiraje solamente alcanzaba aproximadamente los 20 mil ejemplares al día, principalmente con los suscriptores leales al cabezal.


El fin de una era

El 30 de octubre de 2000 la asamblea general de la cooperativa nombra a Patricia Guevara Santibáñez como directora general del Consejo de Administración y a Armando Sepúlveda Ibarra como director del diario. Ambos habían sido los dirigentes del movimiento que había destituido a Regino Diaz Redondo. Su misión fue darle credibilidad al periódico a través de la libertad de expresión, al igual que de impulsar la salvación del proyecto cooperativista; sin embargo, heredaron una deuda millonaria que hacía inviable cualquier proyecto editorial que no fuera acompañado de recursos económicos.

Al año siguiente, en 2001, Rafael de la Huerta asumió la presidencia del Consejo de Administración tras ser destituida Patricia Guevara Santibáñez por no poder afrontar la crisis económica, además de que se le acusó de ligarse con intereses del sindicato petrolero impidiendo darle al periódico una base mínima de credibilidad. Entonces la realidad económica se impuso a cualquier sueño de rescatar la cooperativa sin dinero y por ello, en junio de 2002, una asamblea general decidió la venta del cabezal e inmuebles de Excélsior. No obstante lo anterior, grupos de cooperativistas se negaron a aceptar ese hecho y se inició una nueva crisis al interior la casa editorial que hundió aún más en el descrédito al diario.

Muchos compradores desfilaron por las instalaciones de La esquina de la información para hablar sobre la venta durante los tres años que siguieron, sin que se concretara nada.

En 2004 se produjo un nuevo cambio en la dirección de la casa editorial: José Manuel Nava sustituye a Armando Sepúlveda en la gerencia general y más tarde Armando Heredia asumiría la presidencia del Consejo de Administración con la ingrata tarea de dar el carpetazo final a la cooperativa.


El nuevo Excélsior

El 23 de enero de 2005 la asamblea general de la cooperativa decidió, en una votación de 591 a favor y 7 en contra, la venta de Excélsior a Olegario Vázquez Raña, presidente de Grupo Empresarial Ángeles y de Grupo Imagen, por un valor total de 585 millones de pesos más pasivos fiscales, de seguridad social y de proveedores. La mayor parte del dinero de la venta se usó para liquidar a los cooperativistas y trabajadores de la cooperativa; y algunos tuvieron la suerte de ser recontratados para que no se interrumpiera el trabajo de la rotativa.

En la nueva empresa, Periódico Excélsior, S.A. de C.V., quedó como presidente Olegario Vázquez Raña, vicepresidente Olegario Vázquez Aldir y director general Ernesto Rivera Aguilar; quienes de inmediato trazaron un cambio radical en el periódico para hacerlo un proyecto económicamente viable y con credibilidad.

Con motivo del 89º aniversario de Excélsior, se transformó su imagen totalmente, todas las secciones internas se cambiaron y se lanzó una nueva página de internet; pero sobre todo, se invitó a colaborar un gran número de plumas de prestigio periodístico de todas las tendencias. En los editoriales sobrevivió Maruxa Vilalta ahora junto con personajes como Gilberto Rincón Gallardo, Mario Moya Palencia, el arzobispo-cardenal Norberto Rivera Carrera, entre otros. Y como columnistas se integraron Ángel Verdugo, Jorge Fernández Menendez, Denise Maerker, Leo Zuckermann, Pedro Ferriz de Con, Adrian Rueda, entre muchísimos más.

Si bien, el cabezal tiene una larga trayectoria, el proyecto editorial arranca desde ceros, para construir un prestigio nuevo hacia el futuro. Aprendiendo de sus aciertos y errores, y cimentándose sobre su historia.

(Texto original del 30 de mayo de 2006)

martes, 29 de mayo de 2007

El Informe Presidencial según Acción Nacional

Sobre la propuesta del PAN sobre cambiar el formato del Informe Presidencial para que lo presente por escrito el 1º de febrero de cada año para que lo estudie el Congreso durante 20 días al termino de los cuales por escrito enviará al presidente sus cuestionamientos, comentarios y sugerencias, para que el presidente comparezca en sesión solemne y responda las preguntas que se le hagan.

La intención es buena, pero como que quedan asuntos por definir.

Primero que nada hay que entender porqué el presidente va al Congreso. En 1824 se estableció que a la apertura de sesiones del Congreso, acto considerado como solemne, el presidente acudiría como invitado especial y diría unas palabras por dicho evento, al cual le contestaría el presidente del Congreso. Era un acto protocolario más. En 1857 se formalizó que no nada más fuera el presidente para atestiguar la apertura de las sesiones, sino que se aprovechara su visita para informar el estado en que se encontraba la Nación –informe que ya se venía dando pero que se hizo obligatorio al incluirse en el texto constitucional.

Cabe señalar que en todo este tiempo, el presidente también iba a la clausura de las sesiones, sin que mediara una ley que lo obligase a ello; por eso el presidente Sebastián Lerdo de Tejada, apegándose al texto constitucional, dejó de asistir a las clausuras de las sesiones. Desde entonces el formato es prácticamente el mismo.

Luego entonces el presidente va al Congreso por dos razones: por un lado porqué el inicio de las sesiones ordinarias es un evento constitucional al que por puro republicanismo la asistencia de los otros dos poderes es meramente protocolaria y manifiesta (o debería de manifestar) la unión de las instituciones del país.

Por otro lado, porque el presidente debe de rendir cuentas a los representantes de la Nación por puro equilibrio de poderes y es allí donde el esquema actual del Informe Presidencial ha caducado. Por eso es viable que se quiera cambiar dicho formato y puede ser que la mecánica que se plantea para su comparecencia sea una opción que llegue a funcionar. Y como todo, seguramente es perfectible.

Lo malo de la propuesta es que es una medicina a la enfermedad de Estado que dejó el presidente Vicente Fox al no poder asistir al recinto del Congreso, que ahora el PAN quiere suministrar como paliativo antes de que el presidente Felipe Calderón se tenga que enfrentar al 1º de septiembre de 2007. En otras palabras, se da en medio de una coyuntura que obliga al cambio y cuyo resultado no será la mejor opción para el país, sino para los actores políticos de este trienio, con lo que la solución no tiene miras a largo plazo sino a la inmediata cita que se tendrá antes de que comience el próximo período de sesiones.

Como sea, ya entrados en el tema añadiría dos temas a revisar: primeramente que se plantea (nuevamente) que el presidente solamente debe de ir al Congreso para entregar y contestar el informe y al parecer se cierran canales de acercamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo. Sería benéfico para el país que además de los dos días al año propuestos por el PAN el presidente asistiera más seguido al Congreso, aunque solamente fuera como un invitado a una apertura de sesiones en que no dijera nada. Con la sola aceptación del presidente en el recinto, el país sabría si las cosas van bien o no entre los legisladores y el presidente (como originalmente se contempló las visitas del presidente en 1824).

El otro tema sería más de forma, aunque la forma es fondo. Si el informe se entrega el 1º de febrero de cada año, se entiende que sería sobre la situación del país del año que termina, pero si el presidente dejó el poder el 30 de noviembre anterior, ¿a poco el nuevo presidente que lleva dos meses en el cargo entregaría el informe de su antecesor? Ya de por sí era criticable que el presidente rindiera su informe el 1º de septiembre y que de allí pasaran cuatro meses sin reportar al Congreso, ¿ahora como sería eso de que el presidente lo presenta en febrero para que deje el poder diez meses después?

¡Como que las fechas no checan! ¡Pareciera que solamente se busca posponer de septiembre de 2007 a febrero y marzo de 2008 una cita que Calderón tiene con el Congreso! ¡Total, para los informes del fin del sexenio le cuelga un rato en el que se pueden hacer nuevos parches al informe!

Ahora que con eso de que Fox actúa muy a la forma gringa de que se sigue llamando “presidente” y que hace su “biblioteca” a la manera de los expresidentes estadounidenses, ¿no será que el PAN también propondrá que el cambio de poderes del Ejecutivo se pase del 1º de diciembre al medio día del 20 de enero? o pero aún ¿que en vez de protestar con el brazo derecho en alto se jure con la mano sobrepuesta en la Biblia?

sábado, 19 de mayo de 2007

Vicepresidencia

En seis extractos por separado, se presenta Sistema de suplencia presidencial elaborado en diciembre de 2005, vísperas del año electoral de 2006, para reflexionar sobre una pregunta que con la efervecencia política de la época se antojaba como platillo mayor para una reforma electoral: ...si faltara el presidente de la República ¿quién lo sustituiría?

Vicepresidencia I, II, III, IV, V y VI.

Esperamos sus comentarios.

lunes, 14 de mayo de 2007

El relevo presidencial de 2006

En la elección presidencial de 1929, en que resultó victorioso Pascual Ortiz Rubio del Partido Nacional Revolucionario (antecedente original del PRI), la élite política y militar posrevolucionaria se puso nerviosa con la campaña opositora del civil José Vasconcelos. En especial, porque el último candidato que había obtenido una victoria electoral para el mismo cargo, Álvaro Obregón, había sido asesinado hacía poco más de un año. Los poderosos en el poder arremetieron con asesinatos, violencia armada, robo de urnas, etcétera. El remedio fue un resultado tranquilizador de la contienda: Ortiz Rubio con 93.55% vs Vasconcelos con 5.33%.

La siguiente elección presidencial que volvería a poner nerviosa a la élite del poder mexicana fue la de 1940, entre los militares Manuel Ávila Camacho del Partido de la Revolución Mexicana (antecedente inmediato del PRI) y el disidente Juan A. Almazán. Nuevamente el aparato oficial se impuso y el resultado fue un cómodo porcentaje del victorioso: Ávila Camacho con 93.79% vs Almazán con 5.83%.

Seis años más tarde, en la contienda del Ejecutivo de 1946 entre Miguel Alemán del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Enrique Padilla, la oposición aumentaría su porcentaje de participación en las urnas. Aunque el partido oficial obtuvo un amplio margen en el resultado electoral, éste no fue como antes: Padilla alcanzó un porcentaje record que duraría muchas décadas. Con todo, al ser la primera elección ganada por un civil y realizarse inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial, junto con la caída de los regímenes militaristas de las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón), provocó que no se causara la incertidumbre de jornadas anteriores que se realizaban entre militares. El resultado fue: Alemán con 77.77% vs Padilla con 19.29%.

Las elecciones subsecuentes no traerían sorpresa alguna. Incluso la de 1982 fue un mero trámite al no existir un candidato postulado por el Partido Acción Nacional (PAN), institución política que poco a poco se iba convirtiendo en el opositor más importante del partido hegemónico.

La elección de 1988 causó hito en la historia electoral mexicana, cuando el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, se enfrentó con un disidente de su partido, Cuauhtemoc Cárdenas Solórzano, quien participó al frente de una coalición de partidos de izquierda bajo el nombre de Frente Democrático Nacional (FDN, que daría paso a la fundación del PRD). La expectación de una candidatura fuerte que competía realmente por la presidencia no tenía precedentes para los mexicanos que la vivían: era única. Las artimañas electoreras del partido oficial con todo el apoyo del poder público ahogaron las posibilidades de la disidencia cardenista, aunque alcanzaría un porcentaje de votos inédito para un candidato de oposición. Lo más grave fue la manipulación de resultados durante la jornada electoral y la caída del sistema de cómputo que mostraría la tendencia de la votación, que llevó a la oposición y a muchos mexicanos a calificar la elección como fraudulenta. El resultado de la elección nunca lo sabremos con certeza, pero las cifras oficiales se impusieron: Salinas con 50.36% vs Cárdenas con 30.88%.

En la elección del año 2000 se alcanzó la alternancia en la presidencia de la República, al obtener Vicente Fox Quezada del PAN una victoria contundente en contra de Francisco Labastida del PRI. Un hecho sin precedente en el país. Asimismo, el candidato que obtuvo el segundo lugar alcanzaba un porcentaje altísimo que solo era atribuible a que el PRI perdía la presidencia por primera vez: Fox con 42.52% vs Labastida con 36.10%

Pero en 2006 el panorama es totalmente diferente. La presidencia contendida entre el candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, y el de la coalición liderada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, quedó en un final de fotografía. Estadísticamente hablando, el resultado es un empate técnico: Calderón con 35.89% vs López Obrador con 35.31%. Y si el ambiente anterior a las precampañas fue conflictivo, si las precampañas fueron duras y si la campaña fue una guerra de descalificaciones, la poscampaña sería todo menos pacífica.

Si en el pasado a un candidato que obtenía el 5.33% de los votos se recordaba que le habían robado las elecciones a balazos, si a otro con el 30.88% le habían hurtado el triunfo con la “caída del sistema” de cómputo y demás prácticas de alquimia electoral. Con el 35.31% de los votos, a menos de un punto porcentual del triunfo, después de una campaña desgarradora ¿no habría habido fraude electoral? Ya sea la respuesta afirmativa o negativa, la inexistencia en el marco legal mexicano de una segunda vuelta electoral impide la solución de la disyuntiva actual por medio de un cause que anule cualesquier duda. A falta de esta solución, la duda subsiste y al subsistir obtiene consistencia, especialmente entre quienes apoyaron al candidato que no ganó por pequeñísimo margen.

Y entre la percepción de ganar o no una contienda electoral, independientemente del porcentaje de votos, ya fuera un 5.33% o un 35.31%, está la estabilidad de la nación o la revolución (en su sentido literal de una evolución acelerada). Quienes ganan la elección en un proceso competido, obtienen su legitimidad a través de ese mismo proceso, aunque sea por un solo voto (independientemente de cómo fue obtenido); por lo tanto, la estabilidad de la nación es directamente proporcional a la estabilidad de su gobierno. Por otro lado, quienes pierden el proceso electoral, su lucha por sus objetivos solamente puede continuar tras el final del período electoral aceptando o no su derrota. Si la aceptan, coadyuvan a la estabilidad de la nación y del gobierno en turno, obteniendo por acuerdos políticos avances paulatinos, acompañados de retrocesos, en la conquista de sus ideales y/o postulados; siempre con la esperanza de poder ganar en la siguiente elección. Si no la aceptan, solamente podrán alcanzar sus objetivos a través de la revolución, ya que el sistema electoral en que compitieron no se los puede permitir de otra forma. Su éxito entonces se circunscribe a si se podrán imponer o no por la fuerza a la nación.

México termina así el año de 2006 en vilo ante el desconocimiento de Andrés Manuel López Obrador del resultado de la elección en que compitió, bajo las reglas que él aceptó tácitamente con el solo hecho de participar. Quien participa en un proceso electoral va ha tener tarde o temprano que ganar o perder. Al desconocer su derrota en las urnas busca su victoria por medio de la imposición de su voluntad, aún en contra del estado de derecho de la nación. El resultado vendrá después, ganará imponiéndose o perderá imponiéndose el gobierno, a menos que la guerra se estanque y dure hasta la próxima elección de 2012.

(Texto original del 17 de noviembre de 2006)